En cualquier reunión es común que se hable sobre coches, las modificaciones que se les han hecho, a dónde quieren viajar en ellos, las fallas que tienen, etc. Al llegar al tema sobre los desperfectos, parece que fuera una competencia sobre cuál está peor, porque cada quién habla de las desafiantes averías que han tenido que enfrentar como una gran proeza. En estos temas ningún vehículo se salva, ni los más viejos ni los más nuevos.
Problemas inevitables al tener un coche
Los coches viejos suelen tener muchos desperfectos que pueden imputarse a la edad, al desgaste que presentan y a los cuidados que hayan recibido. Es razonable que, por ejemplo, un coche con 250.000 km presente pérdidas de aceite o fallas con el cierre centralizado; no son averías graves, pero podrían volverse persistentes y en un futuro no muy lejano llegar a serlo, si no se atienden oportunamente.
Un coche con varios años encima pide mucho mantenimiento, lo que empeora cuando la pieza a reponer no se consigue; en ocasiones, esto sucede si el modelo del vehículo es poco común o si ya ha sido descontinuado el recambio. Para este tipo de vehículos se suele encontrar la solución de los repuestos en los desguaces.
Hay quienes se quedan con sus vehículos viejos para usarlos de banco de repuestos, pero tienen el problema de que al hacer eso no pueden procesar la baja definitiva, debido a que es obligatorio que al coche no se le hayan sustraído previamente las piezas antes de entregarlo. Lo ideal es dejar que un desguace realice la tarea de desguazar coche; para estos establecimientos no importa si tienen cualquier tipo de averías y además suelen ofrecer servicio de grúa y la tramitación de la baja.
Por su parte, la reparación de los vehículos nuevos también tiene sus dificultades, debido a que tales coches poseen mecanismos que no cualquiera conoce a la perfección; por lo tanto, no se puede hacer igual que con un coche viejo, en el que el dueño, si tiene ciertos conocimientos, se atreve a meterle manos. En consecuencia, casi siempre es preciso llevarlos a un taller por ser demasiado complejos y eso, por lo general, es caro.
En todo caso, viejo o nuevo, su desempeño y durabilidad dependen en gran medida de sus dueños, por el uso que les den y si les aplican el mantenimiento adecuado y a tiempo. Lo cierto es que cada quien debe evaluar las opciones que tenga para tener operativo a su vehículo y en buenas condiciones; y cuando ya no le sea posible, debe llevarlo a un desguace.
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