El elemento clave de un teléfono es su pantalla. La inmensa mayoría de los aparatos de hoy en día son integralmente controlables gracias a una interfaz táctil y pocos son los que conservan un teclado. Con ocasión del lanzamiento del primer iPhone, de 3,5 pulgadas, parecía que tenía un valor bastante generoso. Lo que ocurre es que desde entonces, han llegado las phablets y podemos encontrarlas de tamaños que van desde las 5,5 pulgadas a las 6 pulgadas.
El tamaño de la pantalla determina directamente el género al que el teléfono va a pertenecer. Con unas 5 pulgadas o menos, se considera un smartphone. Por encima de ese tamaño se trata de una phablet. Pero esta frontera es difícil de definir categóricamente. El ejemplo del LG G3 es interesante, su pantalla culmina con 5,5 pulgadas, salvo que alberga un chasis que podría hacer pensar en un terminal de 5 pulgadas. Los bordes de la carcasa han sido limados al máximo para dejar sitio a la pantalla.
La elección del tamaño de la pantalla depende de dos cosas, del uso que se pretende hacer y de la anatomía del usuario. Los que visualizan muchos vídeos en su teléfono aprecian sin ninguna duda el confort visual que ofrece una phablet. Esto se aplica igualmente a los juegos o a la navegación web. Lo que ocurre, es que este confort puede transformarse en inconveniente cuando se trata de guardar el aparato en un bolsillo. No olvidemos que con un tamaño de 6 pulgadas, a ejemplo del Google Nexus 6, los usuarios deben utilizar un bolso para poder llevar el terminal. Si quieres ver más detalles o imágenes puedes ir a www.andorrafreemarket.com.
Luego viene la cuestión del tamaño de las manos y la forma de sujetar el teléfono. Las phablets no se adaptan realmente al uso con una mano. Ciertos fabricantes salvan el problema ofreciendo modos reducidos del tamaño de la interfaz en una esquina de la pantalla, pero entonces se pierde el interés de usar un formato grande aunque bien es excelente como herramienta de trabajo diario entregando otras virtudes al usuario.
Poder efectuar el gesto de deslizamiento de arriba abajo con el pulgar no ha preocupado hasta ahora a los usuarios que tenían terminales que no superaban las 4 pulgadas. Hoy en día, representa un desafío para aquellos cuyos pulgares tan solo miden 10 centímetros. A partir de 4,5 pulgadas, la maniobra se hace complicada con una sola mano y necesita el uso o apoyo de la otra.
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