Se consideran enfermedades profesionales aquellas que se derivan como consecuencia de alguna actividad laboral o suscitada por un incidente o accidente dentro del área de trabajo, incluso en el trayecto habitual de la vivienda hacia la institución en la cual se desempeña la persona, o si va en camino a cumplir una tarea fuera de la oficina.
En general, se puede decir que todo aquello que afecte la salud e integridad de un trabajador relacionado con su jornada laboral está incluido en las responsabilidades que ha de asumir el empleador.
Para mitigar el número de incidencias o afecciones, la organización debe adoptar una serie de normas y tomar ciertas previsiones. Entre las principales directrices está la oportuna formación, acorde a los roles y el tipo de asignaciones que posea cada integrante. El uso de la indumentaria correcta. El apropiado funcionamiento de las máquinas y equipos, entre otros.
A pesar de los extremos cuidados que se asumen en algunas áreas, se descuidan o subestimas otras. Tal es el caso de los trabajadores que se desenvuelven mayoritariamente dentro de una oficina. Este tipo de actividades se consideran de bajo riesgo. Sin embargo, el mayor número de reportes de enfermedades profesionales tienen que ver con problemas osteomusculares.
Muchos de los padecimientos osteomusculares se derivan de malas posturas y hábitos inapropiados. No obstante, no todo depende del individuo, en buena parte depende del tipo de mobiliario que usen. En función de ello, existen sillas especiales ergonómicas, algo muy importante es que se puedan ajustar a cada usuario, porque no todos tenemos la misma altura, ni el mismo largo de las extremidades.
Las mesas, por su parte, deben poseer una altura adecuada, sabemos que no tienen tanta flexibilidad como las sillas, pero definitivamente sí las hay con características apropiadas para trabajos de oficina, que permitan un buen desenvolvimiento y movilidad. El material también contribuye a que se adapten al ambiente y sean de total agrado.
Teniendo en cuenta lo acá expuesto, es fácil comprender que el mobiliario no es un asunto banal, por lo tanto, cumple una función especial y que una acertada elección evitaría numerosos problemas, al trabajador y a la institución. En cuestiones de salud no se puede escatimar y es una inversión que bien vale la pena realizar.
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